jueves, 19 de febrero de 2009

Dorado "In The Nigth"



Paso de la Patria, Corrientes
Por Daniel Calabrese

Esta es la historia de una captura, de una sola y maravillosa captura realizada en “tiempo de descuento”.El escenario fueron las legendarias aguas de Paso de la Patria a fines de Enero de este año. Un acontecimiento singular en donde la suerte - con la que hay que contar siempre – pero también la persistencia y por que no decirlo, alguna mínima cuota de conocimiento, se conjugaron para brindarnos un momento único.Los hechosFue una jornada que arrancó tarde, Habíamos llegado al Paso procedentes de Yahapé a las 8 hs, . Un buen horario para embarcarnos, pero claro, los saludos, los preparativos , desempacar, desayunar y otros menesteres, demoraron la efectiva salida al agua hasta pasadas las 10, 30 hs.
El trío estaba formado por Emilio nuestro Guía, Claudio y quien esto escribe del sitio del dorado. Emilio nos comentaba que en la jornada anterior había logrado capturar dos hermosos dorados de mas de 14 kilos guiando a un matrimonio de pescadores salteños en las Piedras de Santa Ana y hacia alli nos dirigimos.
Llegamos a los pedregales de Santa Ana a eso de las once de la mañana y nos encontramos con una inusitada cantidad de lanchas en la zona. El pique estaba efectivamente ahí, las inconfundibles siluetas de los pescadores cañando, delataba la ferviente actividad. En la mayoría de los casos se trataba de ejemplares que iban de los cuatro a los seis kilos.
Entre nuestra demorada llegada, y que nos costó un rato encontrarle la vuelta a las piedras (había que lograr que las morenas medianas tambien llamadas botellonas, lograran llegar al lecho de piedras) y no era sencillo pues las pasadas eran muy, muy cortas y había poco tiempo para lograrlo . Si no se llegaba con la carnada rozando las piedras en el momento exacto no había posibilidad alguna de pique. Tan determinante como bajar la carnada, era que nos habíamos pasado del horario de actividad. El pique se había dado fundamentalmente a la mañana bien temprano desde las siete a las nueve. Nosotros lo que habíamos presenciado fue el fin del banquete matutino y ya sin los grandes ejemplares activos. Decidimos con el tiempo que restaba para el descanso del mediodía probar en otros sectores tradicionales del Paso y así marchamos hacia las piedras de Ita Corá. En la segunda pasada la caña de Claudio se curvó al máximo, un dorado enorme sacó la mitad de su cuerpo a aproximadamente 90 metros de la embarcación, quedamos congelados. Un mínimo afloje y el gran dorado ganó la batalla zafando del anzuelo con un violento cabezazo. Lo miré a Claudio, le hice un gesto de resignación, pero me di cuenta al instante que su calentura no tenia consuelo posible. Nos fuimos a almorzar y a esperar que la tarde nos diera revancha.
Luego de una siesta , salimos directamente a las piedras de Santa Ana. Fui yo quien capturé dos dorados, el segundo, un ejemplar de cuatro a cinco kilos apareció con una enorme dentellada en el lomo realizada por un animal enorme. Confieso que algo sentí al momento de la captura. Algo había pasado en el agua.
En la parte superior del cuerpo casi llegando a la cabeza, este ejemplar tenía una violenta dentellada ocacionada por un dorado mucho mas grande
El pobre dorado había sufrido el ataque de un bestial ejemplar de su misma especie al momento de encontrarse clavado en mi línea. El dorado no obstante, pudo volver al agua en condiciones. El acontecimiento había dejado a las claras que en esas piedras estaban los trofeos que estábamos buscando, pero la actividad de ejemplares de menor porte impedía la posibilidad de capturarlos.Decidimos cambiar el rumbo y nos fuimos aguas arriba. Emilio, nos fue describiendo las piedras mas famosas y la relación de sus nombres con historias y leyendas. Sin darnos cuenta - y sin ningún pique - fuimos llegando hasta las cercanías de la isla Toledo entonces viramos al sur para intentar en las piedras de la "Confluencia" cercanas a la costa Chaqueña en donde estaban concentradas la mayoría de las embarcaciones que persistían en los intentos. Pasamos una hora perdiendo carnada en sucesivos enganches y sin ver ni siquiera que otras lanchas levantaran alguna pieza.Emilio nos dijo: “Bueno señores queda la ultima Morena viva y se nos viene la noche”. Lo miré a Claudio y vi que todavía guardaba la rabia y las ganas de hacer el último intento. Recobrando algo de lucidez pensé: La piedra “realmente cargada” de dorados era la de Punta Santa Ana, nosotros no habíamos tenido suerte pues el horario en donde la habíamos intentado pescar, no había sido el correcto. Los datos de los buenos dorados capturados por el guía el día anterior, la terrible dentellada que había sufrido el doradito capturado en las primeras horas de la tarde, me ayudaron a concluir que si había alguna posibilidad de jugarnos la última ficha, lease morena o gareteada, era en las piedras de Santa Ana. Le dije a Emilio: “Marchemos a jugarnos el último intento en Santa Ana”. “Dale” me respondió advirtiéndome que podíamos llegar a quedarnos sin combustible para la vuelta a “El Paso”, pero comprendiendo perfectamente el razonamiento que me había llevado a decidir la marcha hacia Santa Ana.Me tranquilizó diciéndome que si nos quedábamos sin combustible pediría otra lancha para que nos auxilie.Ya en Santa Ana, Claudio lanzó bien afuera para que en la caída, la morena “camine” por la parte externa de la piedra donde estaban dándose los piques mas violentos. El atardecer ya se había transformado en anochecer. Dos, tres minutos pasaron y Claudio grita “pique, pique!!”. Clava firmemente dos veces, pensando quizá en el pez que se le había escapado en Ita Corá al mediodía. Esta vez no le dio ni medio centímetro de ventaja. El pescado estaba clavado pero no saltaba, ese dato y la hora de la captura nos hizo suponer que podía tratarse de un buen surubí, Emilio había perdido uno el día anterior de mas de 25 kilos en el mismo lugar. De pronto aguas abajo, luego de diez minutos de lucha en las profundidades y a unos treinta o cuarenta metros de la lancha, una enorme media silueta amarilla rompió la superficie del agua con un furibundo cabezazo. “Doradazo de los buenos !” gritamos. Fueron tensos pero disfrutados minutos en donde el dorado ganó varias veces profundidad con violentas corridas hasta que finalmente lo pudimos izar.


Era un ejemplar de más de trece kilos con un lomo impresionante. Le fotografiamos y lo devolvimos a su medio. Claudio había tenido el merecido premio por no bajar los brazos. La suerte, el no rendirse y una deducción lógica, se habían conjugado para darnos esos instantes por los que uno ama la pesca deportiva. La alegría intransferible, los abrazos y Emilio que pone en marcha la lancha rumbo al Paso. No habían transcurrido tres minutos de navegación hacia la posada y el motor de la embarcación simplemente se detuvo. Las últimas gotas de nafta se nos habían terminado y quedamos flotando en silencio. Mientras esperábamos la ayuda que ya venía en camino, abrimos la heladera para refrescarnos. Como si todos los dioses se hubieran puesto de acuerdo, en el medio del hielo, las gaseosas y las aguas minerales, un “extra brut” asomaba la silueta. Sabia y generosamente Gonzalo Castagna, el dueño de la Posada y nuestro anfitrión, lo había puesto en la heladera, quizá intuyendo que en algún momento lo íbamos a “necesitar”.
En el medio de la noche estrellada, en una silenciosa lancha anclada en algún lugar del Paraná, se escuchó la típica explosión de un corcho saltando por el aire.-


Mira el video de la captura en http://www.tigredelosrios.com.ar/

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